Visenya
Daemon
yacía inconsciente sobre la cama del camarote. Habían logrado coser su herida
una vez se replegaron en retirada. Había perdido mucha sangre y no sabían cuál
sería su destino, ahora estaba en manos de los dioses.
Habían
perdido la batalla, por suerte cuando se replegaron sus enemigos no los
siguieron. Preferían defender su posición que iniciar una persecución que
podían no ganar. Solo una tercera parte de los barcos que llevaron a Puerto
Gaviota seguía a flote.
Tocaba
una retirada lamentable arrastrándote al amparo y ayuda de su hermanito. No lo
haría. No. Antes moriría. Ella era una dragona y no se iría con las manos
vacías.
Los
capitanes de su hermano le habían rogado y suplicado que volvieran a la Bahía
del Aguasnegras, pero ella se había negado en redondo. De esta forma, había
anclado la flota a tan solo dos kilómetros al sur de Fuerte Gaviota. Una
pequeña cala les había permitido el escondite perfecto. Tenía algo que hacer.
Se
acercó a la cama de su primo y retiró un mechón de su frente perlada de sudor.
Le tocó la frente. Estaba ardiendo a causa de la fiebre. “Lo pagarán Daemon” –
susurró a su oído – “Nadie hace daño a la sangre de mi sangre”. Se retiró del
camarote de su hermano y subió a cubierta. En
cuanto subió Ser Dastan, el segundo al mando, la abordó.
- Mi reina, debemos irnos de aquí. Cada minuto que pasemos es
un riesgo cada vez mayor. – Lo ignoró mientras seguía andando – Mi reina – la cogió
del brazo. Con brusquedad re deshizo de su agarre.
- ¿CÓMO TE ATREVES A TOCARME? – Los gritos hicieron que todo el
mundo se quedara petrificado. Ser Dastan cayó a sus pies arrodillado.
- Lo siento mi reina.
- Está bien – No quería entretenerse. Tenía mejores cosas que
hacer. – Levántate, debemos hablar - Ser Dastan se levantó lo más honrosamente
que pudo. – Escúchame con atención – Le dijo mientras le señalaba con el dedo.
- Esperareis aquí dos días. Si no he
vuelto entonces, marchaos.
Recogió
la bolsa que tenía preparada y la ató en la silla de Vhagar. Se colocó su
armadura, el casco y recogió su espada. Monto sobre Vhagar y cuando estaba a punto de despegar Ser Dastan
le preguntó:
- ¿A dónde vais mi reina?
- Un dragón no le debe explicaciones a nadie.
Con
fuerte golpe de talones en el costado de Vhagar, este batió las alas y se
elevaron con fuerza hacia las nubes. En un segundo el barco empequeñeció. “Vamos,
vamos”. Tiró con fuerza de las riendas, con rumbo al norte.
Lo
había conseguido. Estaba cansada y tenía las piernas y el trasero entumecido.
Pero allí estaba. Allí estaba El Nido de águilas. La impresionante y altísima
fortaleza de la Casa Arryn.
Justo
después de la batalla había interrogado a un caballero del ejército Arryn. Tras
torturarlo había confesado. El Nido de Águilas había quedado prácticamente
desierto. Sólo una veintena de soldados había quedado para proteger al niño Rey
y a la Reina Regente. Era su oportunidad.
Desenvainó
la espada y continuó volando hacia su objetivo. Siguiendo la información de su
querido prisionero voló directamente hacia el patio interior de la fortaleza.
Antes había abrasado a dos guardias que se habían puesto en su camino. Las
campanas sonaban en señal de alarma, llenando el atardecer con su sonido
estridente. Un niño de uno cinco años estaba jugando con un caballito de
madera. Se había quedado estupefacto al ver aterrizar al dragón. La expresión
de sorpresa dio paso a una mirada de fascinación.
- ¡Ala! – dijo el estúpido niño rey - ¿Es eso un dragón señora?
- Claro, puedes acercarte a tocarlo – Intentó poner la sonrisa más amistosa posible. Se bajó del dragón, aún con su espada, Hermana Oscura, en sus manos.
- Claro, puedes acercarte a tocarlo – Intentó poner la sonrisa más amistosa posible. Se bajó del dragón, aún con su espada, Hermana Oscura, en sus manos.
Había
comenzado el joven rey a acariciar a Vhagar cuando su madre apareció en el
patio. La totalidad de la guardia del Nido de Águilas la seguía. Se quedaron
parados cuando vieron al dragón al lado de su Rey. Visenya se acercó y lo rodeo
con el brazo izquierdo, mientras con la mano derecha levantaba la espada.
- ¡Suéltalo! – dijo Sharra Arryn con autoridad.
- Yo creo que no – dijo mientras apretaba más al
niño contra ella. Le tenía rodeado el cuello por completo. El niño ya no reía.
- Niño, ¿qué te parece si damos una vuelta? Tu
madre tiene que firmarme una cosa - Sharra Arryn asintió. Había captado la amenaza a la perfección. Se dejó caer de rodillas frente a ella. Visenya sonrió y colocó su espada en el hombro. Así es como esos ponientis debían estar
ante ella. Arrodillados.
Pues será muy perra, pero es la que más ovarios tiene para conquistar Poniente...
ResponderEliminarjeje A cabezona no le gana nadie desde luego xD. Y sí, le ha echado un par ^^
Eliminarajajjaajajajj que capulla ajjaajajaj soy mayte muy bueno el capítulo como todos
ResponderEliminarGracias por comentar ^^
EliminarOvarios o avaricia... o quizás orgullo xD Ésta no es capaz de presentarse delante de su hermano con una derrota, tiene que ir con la cabecita bien alta
ResponderEliminarOrgullo también le sobra xD
Eliminarpor orgullo que no verse vencida ante su hermano, hace cualquier cosa, los tiene bien puestos
ResponderEliminarSi jeje. Gracias por comentar ^^
Eliminar¡Olé a los huevos de Visenya! Esta sí que sabe cómo aprovechar la oportunidad si eso le brinda luego poder y más orgullo con el que pavonearse, jajajaja :P
ResponderEliminarGracias por comentar Vin ^^. Desde luego le ha echado un par jeje. Cualquiera la aguanta ahora xD
EliminarXD a mi me fascina Visenya, es divertida.
ResponderEliminarEs lo que tienen los malos, que nos fascinan ^^
Eliminar