Aegon
Su
padre había muerto. No podía creerlo. Es cierto que últimamente había estado
más débil de lo normal, pero no lo había visto venir. Aegon miró de nuevo el
rostro de su padre…parecía solo dormido… Aerion yacía sobre su cama, con su
camisón de terciopelo negro y rojo y su espesa mata de pelo plateada bailando a
la luz del amanecer.
Se
limpió las lágrimas del rostro, un dragón no llora, un dragón no se compadece,
pero era su padre…el único que tendría jamás y ahora estaba muerto. Si bien es
cierto que habían tenido sus más y sus menos, lo quería con todo su corazón y
¿ahora se daba cuenta? …demasiado tarde… Miró por última vez el rostro de su padre
y se dispuso a salir de la habitación, había mucho que hacer: debía hablar con las
sacerdotisas para preparar el entierro cuanto antes, sino el cadáver…