Visenya
La
flecha se había incrustado fuertemente en su hombro izquierdo y aún no habían
conseguido quitársela tras dos intentos. Esos malditos curanderos de ponientis
la ponían enferma. Parece ser que les daba miedo lastimar a una mujer, y más
siendo su Reina. Hubiera preferido que fuera uno de los suyos quien la
atendiera, pero según Aegon, estos tenían fama de expertos. Bufff- resopló
mirando a los imbéciles, que seguían discutiendo la mejor forma de proceder.