domingo, 24 de marzo de 2013

Capítulo 18


Aegon

            Había recibido dos cartas en respuesta a la misiva de rendición que envió. Una era de Mariya Martell de Dorne, una vieja arrugada y marchita conocida como el Sapo Amarillo; y la segunda era del niño rey del Valle, Ronnel Arryn, aunque era su madre, Sharra Arryn la auténtica portadora de las palabras. Apretó los dientes. Ninguna de las dos cartas era en sí una rendición. En la primera Dorne le ofrecía gobernar como iguales al final de la conquista, y en la segunda, Sharra quería casarse con él y que Ronnel fuera su heredero.


            Arrugó las dos cartas y las lanzó al fuego. No había tenido la esperanza en ningún momento de que ninguno de los reinos se rindiera sin luchar. No obstante, tras su reciente conquista de Rosby, Stokeworth, Valle Oscuro y Poza de Doncella, algunos señores de grandes casas habían optado por poner sus espadas a su causa. De esta forma, ahora contaba con la alianza de la Casa Mallister, Bracken, Blackwood y Frey. Sin duda, estas alianzas suponían un gran incremento de su ejército, el suficiente, para llevar a cabo aquello que tenía planeado.

            Salió de la tienda, intentado no despertar a Rhaenys. Una gran brisa marina nocturna le revolvió los cabellos. Se cruzó los brazos en torno al torso desnudo. Las noches cada vez eran más frescas. Miró hacia arriba y contempló “La Colina de Aegon”. Rió. Vaya ocurrencia la de sus soldados.

            Había construido un pequeño fuerte de madera en la cima de la colina, donde los vigías vigilaban en todo momento el horizonte. Sin embargo, no creía que tuviera problemas, al menos por el momento. La zona del Aguasnegras era totalmente suya. Y sería allí donde algún día construiría la capital de su reino.

            En ese momento Balerion pasó volando muy cerca de él, llevando una oveja en sus fauces. La última vez no fue una oveja, sino un campesino de las tierras de Rosby. Encontró sus restos junto a su dragón. Gracias a los dioses de que no lo había visto nadie. Vhagar y Meraxes eran más apacibles, pero a su pequeño le gustaba la carne humana más que ninguna otra. Suspiró. Era inevitable que matara a alguien de vez en cuando, aunque ahora era cuando estaba más satisfecho. Las presas que le proporcionaban las batallas eran innumerables.

            Entró de nuevo en la tienda e intentó descansar un poco. No lo consiguió. Sus pesadillas no lo abandonaban nunca. Ni siquiera la cercanía de Rhaenys las alejaban.

            A la mañana siguiente lo dispuso todo. Daemon partiría hacia el Valle con los barcos, y una tercera parte de su ejército. Bajo insistencia de Visenya, ella también iría. Que entrase en batalla de una vez si eso era lo que quería. Mientras tanto, él y lo demás se quedarían protegiendo la conquista de la zona. Sería suficiente un dragón para tomar el Valle.

            Los barcos estaban listos. Todos se habían reunido para ver partir a Daemon y su hermana. El ambiente era alegre y de grandes esperanzas. Su ejército se encontraba muy satisfecho tras las grandes victorias en Valle Oscuro y Poza de Doncella.

             Se despidió de su primo con un gran abrazo. Estaba radiante de felicidad por la oportunidad de demostrar su valía. Rhaenys lo despidió con dos besos.

            Ahora le tocaba el turno a Visenya. Con un apretón de manos se despidió de Rhaenys y se acercó a él. Vestía impresionante. La túnica se le ajustaba al cuerpo como un guante, realzando su impresionante figura.

- Esposo me marcho a la batalla. Deséame suerte – dijo con una media sonrisa.
      -Buena suerte Visenya, de corazón - Se aproximó a ella y cuando intentaba darle un beso en la mejilla volvió la cabeza, besándolo en los labios. Introdujo con avidez su lengua en su boca y él, a su pesar, se encontró respondiéndole de igual forma. Duró un instante pero fue muy intenso. Sabía a fresa. Se separó de él. Sus ojos brillaban con picardía. Se dio la vuelta y se montó en Vhagar.

            La comitiva se marchó. Notaba la mirada fija de Rhaenys, esperando su reacción, pero no pudo evitar sonreír.



                       

12 comentarios:

  1. Esta Visenya lo que le gusta poner celosa a su hermanita, jaja. Veremos a ver cómo se las apaña en la siguiente batalla.

    Atte.: Lady Catelyn ;)

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  2. A ver si la dichosas Visenya con tantas ganas que tiene de entrar en batalla alguién la mata que es lo que se merece besos guapetona soy Mayte

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  3. Ahora sí se va a liar pardaca jajajaja, me voy al capítulo 19. Visenya malaaaaaaaaaaa épica ;)

    Cristina.

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  4. como le gusta tocarle las narices a su hermana. Los Frey sus vasallos? que los queme a todos jajajaj

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    1. si un poquillo si que le gusta jajaja

      Pues sí, los Frey sus vasallos, jajaja

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  5. Visenya y sus artes de poner bien perraca de celos a su hermana, jajajaja! Se aproximan más batallas, y no solo en la guerra... :P

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