Daemon
Su
barco ya estaba llegando a la costa. El viaje había sido tranquilo, sin embargo
ahora la actividad en cubierta era frenética. Habían divisado como Aegon había
descendido a lomos de su dragón, y como instantes más tarde habían oído su
rugido. Eso no podía significar nada bueno. Tenían casi la absoluta certeza de
que aquella zona sería la ideal para desembarcar, y que tendrían unas pocas de
horas para preparar a su ejército, pero si las fuerzas de alguno de los señores
ya estaban allí, lo cambiaba todo.
Visenya
y Rhaenys habían descendido inmediatamente después de oír el rugir de Balerion,
pero él, apresado en aquel barco, no podía hacer otra cosa que contemplar la
costa. Por ello, cuando llegaron a la zona de aguas poco profundas, ordenó de
inmediato a sus hombres que soltaran los botes. Y con él a la cabeza salvaron
la distancia que lo separaba de su Rey.
Por fin llegaron a la playa. Y
rápidamente divisó a su Rey y a sus hermanas. Estaban tranquilamente sentados
sobre la arena. No parecía haber señales de peligro. Los tres dragones estaban
situados más allá, jugando a lanzarse bocanadas de fuego.
- ¡Su alteza! ¡Su alteza! – Llegó apresuradamente junto a
ellos. Aegon y Rhaenys se levantaron. Visenya se limitó a tumbarse aún más
sobre la arena, pasando sus brazos detrás de la cabeza. Aegon y Rhaenys seguían
con su armadura, mientras que Visenya se la había quitado y tenía una túnica
ajustada y unos pantalones de cuero igual de ceñidos, como única vestimenta – ¿Estáis
bien, sus altezas? Hemos oído rugidos desde los barcos.
- Tan solo era un centinela de Lord Darklyn…
- A la parrilla y sazonado con un poco de… - intervino Visenya.
- Él y Poza de Doncella han unido a sus hombres y ahora mismo
están en Valle Oscuro – continúo su hermano ignorándola.
- …cobardía – terminó riendo. Rhaenys la miraba horrorizada por
sus comentarios maliciosos.
- Debemos organizar a los hombres cuanto antes, su alteza.
- Sí, sí…- dijo interrumpiéndolo – Ser, encárgate de asegurar
el perímetro y mandar exploradores a unas millas de aquí, no quiero encontrarme
con más sorpresas. Y cuando Ser Orys, Lord Crispian, y Lord Tristan se hayan
instalado, traedlos a mi presencia, debemos preparar el plan de ataque.
- Sí, su alteza – Se despidió con una breve reverencia.
Gracias
a los dioses había sido una falsa alarma. Se sentía aliviado de que aún
pudieran disfrutar de un pequeño margen de error para asentar el campamento y
prepararse.
Durante
una hora no paró de realizar múltiples tareas y cuando por fin, Lord Crispian
estuvo listo, todos fueron a la tienda que había montado Aegon sobre la colina
mayor, aquella donde había matado al vigía. Era una tienda amplía y de telas
negras. Visenya y Rhaenys se encontraban al pie de la colina, junto a sus
tiendas y la de todos los demás señores. Y esperaban a que ellos llegaran. Las
saludaron brevemente y subieron todos juntos “La Colina de Aegon”, así habían
empezado a llamarla los soldados.
Llegaron
a la tienda y entraron. Aegon se encontraba de pie, estudiando minuciosamente
el mapa de Poniente desplegado sobre la mesa. No alzó la mirada de este, pero
los instó a que entraran.
- Bien, os he reunido aquí para establecer la estrategia de los
ataques que llevaremos a cabo – dijo en tono muy serio.
- ¿Más de un ataque? ¿Creéis que es prudente? – intervino el
taimado Lord Crispian.
- Rosby y Stokeworth no presentarán batalla. Así que he pensado
que Visenya y Rhaenys con sus dragones y una pequeña guarnición liderada por
vos, Daemon, serán suficientes para rendir los castillos. Daemon asintió.
- Me niego –Visenya dio un fuerte golpe contra la mesa.
- ¿Cómo dices? – preguntó su hermano desorientado.
- No pienso rendir dos castillitos insignificantes, quiero
entrar en batalla – gritó.
- Ya habrá tiempo. Irás donde se te ordene – contestó con furia
Aegon. Los demás se intercambiaban miradas incómodas. Rhaenys mantenía la
mirada baja. Visenya soltó una maldición y salió airada de la tienda de
campaña.
- Bien… - continuó Aegon – Partiremos dentro de 3 horas, con un
poco de suerte, llegaremos dentro de dos días. Al amanecer estaremos en Valle
Oscuro. Vosotros – dijo dirigiéndose a Rhaenys y Daemon - y Visenya se ocuparán
de Rosby y Stokeworth y volverán aquí para proteger el campamento.
- A sus órdenes, su majestad – contestó Daemon.
- De acuerdo – asintió Rhaenys.
- Así pues, nos vemos dentro de 3 horas. Ser Orys vos iréis a
la cabeza del ataque contra Valle Oscuro.
- Por supuesto – confirmó Orys.
La
reunión había finalizado, así que se dispuso a salir de la tienda, pero Aegon
lo retuvo
- Daemon, ves a ver a Visenya y dile que la guarnición la estará
esperando a la hora acordada.
- Sí, su majestad.
Recorrió
el campamento completamente dos veces, pero no había rastro de Visenya por
ningún lado. Su dragón se encontraba allí, así que no podía estar muy lejos. Volvía
a recorrer el campamento cuando se le ocurrió una idea. La playa.
Efectivamente,
allí estaba ella. Estaba bastante alejada del campamento, sentada junto a un
saliente de roca. Si no hubiera ido expresamente a buscarla nunca la habría
encontrado. Llegó junto a ella, que se encontraba bastante entretenida en su
botella de vino como para percatarse de su presencia.
- Mi señora – dijo carraspeando. Ella alzó la vista.
- Oh! Daemon, primito, ven siéntate conmigo – dijo atrayéndolo
y consiguiendo que se sentase junto a ella. Estaba borracha.
- Esto…eh…mi señora, solo quería comunicaros que partiremos
dentro de 3 horas, su majestad Aegon a…
- Aegon, Aegon, Aegon…siempre Aegon – dijo de forma
malhumorada, bebiendo un nuevo trago de vino. Un hilillo de vino, recorrió su
cara, y su cuello, perdiéndose en su pronunciado escote. Esta lo descubrió
mirando.
- ¿Te gusta lo que ves? -
le preguntó con picardía.
- No…yo no… - notaba como se ruborizaba.
- Que mono, se ruboriza y todo – dijo riendo - Ven, vamos a divertirnos – dijo agarrándolo de la camisa.
- ¡Mi señora! – dijo levantándose rápidamente – Creo que no
deberíais beber más – dijo quitándole la botella.
- ¡Maldito seas! – dijo levantándose también - ¡Dame la
botella! – dijo zarandeándolo. Trastabillando cayó sobre la arena – ahh…vete al
infierno…maldito hijo de…
- ¿Qué está pasando aquí? – dijo una voz a sus espaldas.
Ser
Orys, estaba detrás de ellos. Tenía un semblante muy serio, y los miraba
alternativamente a los dos con una mirada inquisitiva.
- A nuestra señora parece haberle sentado mal un poco de vino,
Ser.
- Ya veo – dijo mirando a Visenya.
- Pero, ¿Qué hacéis vos aquí? – preguntó Daemon.
- …Paseaba por la playa y oí una discusión. Ser Daemon, porque
no os vais, yo me encargo que Lady Visenya llegue a la hora acordada.
- ¿Está seguro? Su majestad dijo que…
- No os preocupéis – dijo acercándose a él – Nadie tiene porque
saber esto, hablaré con nuestro Rey.
- Está bien – contestó este. Se dio la vuelta y se marcho. A su
espalda, oyó como Visenya comenzaba a vomitar.
Desde
luego las cosas no andaban para nada bien en ese matrimonio. Cada día eran más
que evidentes las diferencias y discusiones entre Aegon y Visenya. El
comportamiento de esta era deplorable, como acababa de comprobar. También acaba
de comprobar otro de los muchos rumores en torno a ella. Su lascivia. Solo
esperaba que no afectara negativamente a la guerra que se avecinaba.
Vaya con Visenya jaja es todo un personaje, ella quiere ir a la guerra y punto, es un personaje muy entretenido, voy al siguiente capítulo, gracias Kahlan.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado!!^^
EliminarJajajaja, menuda juerga que se arma la Visenya, y todo porque Aegon le niega el placer de ir a la guerra directamente. Anda que ya de por sí era toda una suerte acudir a la guerra y más en lomos de un dragón. Muy bueno el capítulo Kahlan, y muy interesante también Daemon, me está llamando la atención :)
ResponderEliminarBesos! :*
Gracias Vintage :) Quería mostrar algunos puntos de vista distintos al de los tres principales ^^
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