Aegon
El vuelo había sido corto. Habían dejado atrás la
Bahía del Aguasnegras, y su desembocadura se encontraba ante ellos. El gran río
de aguas negras le saludaba. Alzó el vuelo un poco más alto, aprovechando una
corriente de aire.
Notaba
como el poderoso cuerpo de Balerion se encontraba agitado. Presentía la batalla
que se avecinaba. Miró hacía abajo, y comprobó como su flota de 20 barcos
rodeaba y serpenteaba de manera experta, la maraña de promontorios rocosos. Su
primo Daemon sabía manejar una flota de barcos como nadie, pese a ser tan
joven. Miró hacía atrás, y vio como Rhaenys y Visenya estaban unos cuantos
metros atrás. Alcanzó a ver la mirada maliciosa que Visenya dirigía hacia
tierra. Miró también él. Aquella zona estaba desierta de castillos, por ello la
había escogido. Además, el escarpado paisaje y la posición de la Bahía,
convertía aquella posición en una buena cabeza de playa.
Se
agitó nervioso en el dragón. No estaba nervioso frente a la guerra que se
avecinaba. Ya había batallado antes y sabía que ese no era el motivo. Pero no
podía dejar de recordar su sueño. Un montón de hombres, ardiendo bajo un fuego
abrasador…sus caras derritiéndose por el calor…sus gritos pidiendo
misericordia.
Las
pesadillas se habían vuelto diarias. Cada vez eran más intensas, más
escalofriantes y siempre se despertaba con la angustiosa sensación de que no
eran simples sueños. Algo en su interior le decía que ese sueño se haría
realidad. Por supuesto, que se haría. Iba a
una guerra y los dragones eran su mejor arma. Nunca había tenido esa
extraña sensación que le recorría el cuerpo. Notaba como cada una de sus fibras
ansiaba el calor de una llama. Sentía que explotaba por dentro. Una ira
incontrolable se apoderaba de su mente y de su cuerpo. Más de una noche había
tenido que salir a cazar para dar rienda suelta a esa ira. ¿Qué le estaba
pasando? Pegaba a su hermana, arremetía contra pobres ciervos…lo único que lo
ayudaba a centrarse era la dulce Rhaenys. Sonrió al recordar su ardiente cuerpo
debajo de él, respondiendo a su tacto. Sonrió.
Por
fin, alcanzó la costa. Se pegó a su dragón y e inició el descenso en picado. El
viento le azotaba el cabello y borraba de su mente esa sensación de
desasosiego.
Balerion
tocó tierra. Levantando una nube de polvo. Descabalgó. Y puso los pies en su
tierra. Aquella que se ganaría con fuego y sangre. Sus hermanas seguían entre
las nubes.
Notó
un destello plateado sobre una colina, entre los árboles ¡Un soldado! Su
armadura lo había delatado. Corrió y subió de un impulso sobre su dragón.
Alzando el vuelo hacía la colina. No podía alcanzar al hombre entre los árboles
montado sobre su dragón. Pero tal y como había pensado, el soldado viéndose
descubierto, había salido corriendo despavorido hacia su caballo. Malgastando
su única oportunidad.
Se
relajó sobre su dragón y avanzó lentamente esperando que llegase a campo
abierto. Cuando lo hizo, se limitó a golpearlo ligeramente con su dragón,
consiguiendo que su fisgón acabara en el suelo. Caballo incluido.
- Ríndete – dijo descabalgando y desenfundando a Fuegoscuro.
- ¡Me rindo! – sollozó de manera lastimera, tirando su espada -
¡Aparta a esa bestia lejos de mí! – Sus ojos, como platos, contemplaban las
fauces del dragón.
- Veleshs – dijo a su dragón. Este
retrocedió unos cuantos metros. Tumbándose en el suelo. Ahora los sorprendidos
ojos del guardia se dirigían hacia él – Bien, tienes dos segundos para decirme
quien eres o conocerás el estómago de Balerion.
- Yo…yo… mi señor me dijo que vigilara la costa…- Miró el
emblema de sus ropas. Diecinueve rombos de sable sobre campo de oro y siete
escudos blancos sobre línea de gules. Casa Darklyn. Vasallo de Lord Efran
Darklyn, señor de Valle Oscuro, situado a dos días a caballo al norte. Los
Darklyn debían lealtad a Harren.
- ¿Ha preparado Lord Darklyn a su ejército?
- ¡No voy a decir nada más!
- ¡Dracarys! –
Balerion rugió. Expulsando un abrasador fuego negro por sus fauces. El fuego no
los alcanzó por poco.
- ¡Está bien! – dijo agarrando su pierna en tono de súplica –
Recibimos un cuervo urgente del Rey Harren. Mi señor y Lord Mooton tienen
preparado su ejército. Los soldados de Lord Mooton ya han llegado a Valle
Oscuro desde Poza de Doncella.
- ¿Y Rosby y Stokeworth? ¿También se han unido?
- No mi señor, piedad mi señor - Se deshizo del agarre de su
pierna con una fuerte patada.
Así
que los Darklyn y los Mooton habían acudido a la llamada de su Rey, no así los
Rosby y los Stokeworth. Sonrió. La simple noticia de su llegada, ya había hecho
que dos vasallos de Harren desobedecieran.
- Piedad mi señor – el soldado se arrastraba, suplicando.
- Lo siento. No puedo permitir que des la alarma, y tampoco
tomo prisioneros – De una estocada le rajó el cuello de derecha a izquierda. Su
cuerpo sin vida cayó inerte al suelo. Empapando el suelo de sangre.
Balerion
alzó la cabeza, olisqueando la sangre y ronroneando. “Adelante, sírvete”. Dijo
en voz alta. Se alejaba y Balerion ya degustaba su desayuno. La guerra había
comenzado.
Guau. Ahora sí. Voy corriendo a ver que pasa. Me ha dejado impactada Aegon, esa sangre Targaryen. Uf. :))
ResponderEliminarCristina.
Me alegro de que te haya gustado ^^
EliminarMuy buen capítulo. Ya empieza a correr la sangre y el fuego de los Targaryen :P ¡A por el siguiente! ^^
ResponderEliminarMUCHAS GRACIAS!!! ^^
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