sábado, 22 de diciembre de 2012

Capítulo 14


Aegon

            El vuelo había sido corto. Habían dejado atrás la Bahía del Aguasnegras, y su desembocadura se encontraba ante ellos. El gran río de aguas negras le saludaba. Alzó el vuelo un poco más alto, aprovechando una corriente de aire.

            Notaba como el poderoso cuerpo de Balerion se encontraba agitado. Presentía la batalla que se avecinaba. Miró hacía abajo, y comprobó como su flota de 20 barcos rodeaba y serpenteaba de manera experta, la maraña de promontorios rocosos. Su primo Daemon sabía manejar una flota de barcos como nadie, pese a ser tan joven. Miró hacía atrás, y vio como Rhaenys y Visenya estaban unos cuantos metros atrás. Alcanzó a ver la mirada maliciosa que Visenya dirigía hacia tierra. Miró también él. Aquella zona estaba desierta de castillos, por ello la había escogido. Además, el escarpado paisaje y la posición de la Bahía, convertía aquella posición en una buena cabeza de playa.





            Se agitó nervioso en el dragón. No estaba nervioso frente a la guerra que se avecinaba. Ya había batallado antes y sabía que ese no era el motivo. Pero no podía dejar de recordar su sueño. Un montón de hombres, ardiendo bajo un fuego abrasador…sus caras derritiéndose por el calor…sus gritos pidiendo misericordia.

            Las pesadillas se habían vuelto diarias. Cada vez eran más intensas, más escalofriantes y siempre se despertaba con la angustiosa sensación de que no eran simples sueños. Algo en su interior le decía que ese sueño se haría realidad. Por supuesto, que se haría. Iba a  una guerra y los dragones eran su mejor arma. Nunca había tenido esa extraña sensación que le recorría el cuerpo. Notaba como cada una de sus fibras ansiaba el calor de una llama. Sentía que explotaba por dentro. Una ira incontrolable se apoderaba de su mente y de su cuerpo. Más de una noche había tenido que salir a cazar para dar rienda suelta a esa ira. ¿Qué le estaba pasando? Pegaba a su hermana, arremetía contra pobres ciervos…lo único que lo ayudaba a centrarse era la dulce Rhaenys. Sonrió al recordar su ardiente cuerpo debajo de él, respondiendo a su tacto. Sonrió.

            Por fin, alcanzó la costa. Se pegó a su dragón y e inició el descenso en picado. El viento le azotaba el cabello y borraba de su mente esa sensación de desasosiego.

            Balerion tocó tierra. Levantando una nube de polvo. Descabalgó. Y puso los pies en su tierra. Aquella que se ganaría con fuego y sangre. Sus hermanas seguían entre las nubes.

            Notó un destello plateado sobre una colina, entre los árboles ¡Un soldado! Su armadura lo había delatado. Corrió y subió de un impulso sobre su dragón. Alzando el vuelo hacía la colina. No podía alcanzar al hombre entre los árboles montado sobre su dragón. Pero tal y como había pensado, el soldado viéndose descubierto, había salido corriendo despavorido hacia su caballo. Malgastando su única oportunidad.

            Se relajó sobre su dragón y avanzó lentamente esperando que llegase a campo abierto. Cuando lo hizo, se limitó a golpearlo ligeramente con su dragón, consiguiendo que su fisgón acabara en el suelo. Caballo incluido.

-    Ríndete – dijo descabalgando y desenfundando a Fuegoscuro.

-  ¡Me rindo! – sollozó de manera lastimera, tirando su espada - ¡Aparta a esa bestia lejos de mí! – Sus ojos, como platos, contemplaban las fauces del dragón.

-  Veleshs – dijo a su dragón. Este retrocedió unos cuantos metros. Tumbándose en el suelo. Ahora los sorprendidos ojos del guardia se dirigían hacia él – Bien, tienes dos segundos para decirme quien eres o conocerás el estómago de Balerion.

-  Yo…yo… mi señor me dijo que vigilara la costa…- Miró el emblema de sus ropas. Diecinueve rombos de sable sobre campo de oro y siete escudos blancos sobre línea de gules. Casa Darklyn. Vasallo de Lord Efran Darklyn, señor de Valle Oscuro, situado a dos días a caballo al norte. Los Darklyn debían lealtad a Harren.

-  ¿Ha preparado Lord Darklyn a su ejército?

-  ¡No voy a decir nada más!

-  ¡Dracarys! – Balerion rugió. Expulsando un abrasador fuego negro por sus fauces. El fuego no los alcanzó por poco.

-  ¡Está bien! – dijo agarrando su pierna en tono de súplica – Recibimos un cuervo urgente del Rey Harren. Mi señor y Lord Mooton tienen preparado su ejército. Los soldados de Lord Mooton ya han llegado a Valle Oscuro desde Poza de Doncella.

-   ¿Y Rosby y Stokeworth? ¿También se han unido?

-  No mi señor, piedad mi señor - Se deshizo del agarre de su pierna con una fuerte patada.

            Así que los Darklyn y los Mooton habían acudido a la llamada de su Rey, no así los Rosby y los Stokeworth. Sonrió. La simple noticia de su llegada, ya había hecho que dos vasallos de Harren desobedecieran.

-  Piedad mi señor – el soldado se arrastraba, suplicando.

-  Lo siento. No puedo permitir que des la alarma, y tampoco tomo prisioneros – De una estocada le rajó el cuello de derecha a izquierda. Su cuerpo sin vida cayó inerte al suelo. Empapando el suelo de sangre.

            Balerion alzó la cabeza, olisqueando la sangre y ronroneando. “Adelante, sírvete”. Dijo en voz alta. Se alejaba y Balerion ya degustaba su desayuno. La guerra había comenzado.

            

4 comentarios:

  1. Guau. Ahora sí. Voy corriendo a ver que pasa. Me ha dejado impactada Aegon, esa sangre Targaryen. Uf. :))

    Cristina.

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  2. Muy buen capítulo. Ya empieza a correr la sangre y el fuego de los Targaryen :P ¡A por el siguiente! ^^

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