miércoles, 21 de noviembre de 2012

Capítulo 12


William

            Había pasado otra noche llorando, pues por la mañana pudo ver como sus ojos estaban enrojecidos. Ojalá pudiera acercarse y consolarla, estrecharla entre sus brazos y… y besarla. Ella era una buena persona, dulce, encantadora, sensible y muy amable con todo el mundo ¿Por qué tenía él que hacerle esto? ¿Cómo podía regalarla como a un vulgar caballo? Ella no se lo merecía.


            Recordaba cuando la conoció, hace diez años, entonces ella no era más que una pequeñaja que le llegaba por la cintura, pero ahora no era en absoluto esa niña. Tenía diecisiete años y era toda una mujer. La había visto crecer, le había enseñado a disparar el arco, a cazar y a pescar. Dudaba que ninguna de las damas de cualquier corte supiera lo que ella sabía, pero claro, ella no era como las demás. Desde pequeña había sentido una gran curiosidad por todo lo que le rodeaba, le encantaba contemplar a los armeros y a los constructores de su padre, pero sobre todo, le encantaba nadar. Podía pasarse horas y horas en el mar, hasta que la noche se cernía sobre ella. Él no la acompañaba, pero podía pasarse en la playa horas y horas, observando cómo nadaba contra las olas. Siempre que salía del agua con su ajustado atuendo de natación corría hacía él para mojarlo y no descansaba hasta que entre carcajadas lo conseguía.

            Todos los días rezaba y agradecía a los Siete la flecha que se alojó en su pierna a la edad de veintiocho años. Agradecía que su mala curación lo hubiese dejado cojo. Daba gracias porque lo hubieran retirado del ejército,  porque todo ello lo había conducido hasta ella. Recordaba lo abatido que se había sentido durante meses y meses, obligado a dejar de servir a su reino por culpa de una maldita flecha, obligado a servir de guardia a una niñita revoltosa que no paraba de dar vueltas por todos lados. Pero, se contagió de la alegría de aquella niña, y durante años se convirtió para ella en un amigo, en un hermano mayor con el que compartir secretos.

            Sin embargo, no supo cuándo ni cómo dejo de ser para él sólo una hermanita pequeña. No supo cómo, sino que un día se dio cuenta que no podía dejar de admirar lo guapa que era, como su perfecto cabello castaño le caía por los hombros, su cálida sonrisa que hacía que el estómago se le encogiera y el corazón le diese vueltas. No supo cómo se enamoró de ella, pero así era. Ella era su primer pensamiento por la mañana y él último por la noche. A veces hasta en sus sueños se colaba. Había luchado un año contra esos sentimientos, pero no había conseguido que desaparecieran. Sabía que sus sentimientos estaban mal, y además sabia que ella nunca le correspondería, para ella, él era el mismo de siempre. Quizás se alegrase de que fuese así, no quería que ella sufriera anhelando algo que nunca debía pasar. Sí el Rey descubriera alguna vez los sentimientos que albergaba por su hija, lo lanzaría al mar desde la más alta torre sin ninguna contemplación. Aunque también es verdad que había lanzado a  gente por mucho menos.

            No sabía de dónde había sacado tanta dulzura, alegría y tan buen corazón. Debía de ser rasgos maternos, porque desde luego no era como su padre. Si el mundo no estuviera lleno de injusticias, ella habría tenido un padre bueno y bondadoso y no el que tenía. Él tenía la culpa de las largas noches de insomnio y llanto de su hija. Él había sido quién había querido entregarla a Aegon como si fuese un objeto. Quizás, si su madre hubiera vivido todo habría sido distinto, quizás ella hubiera sido capaz de aplacar a su marido. Pero no, ella murió al dar a luz a Argella y la había dejado sola con él.

            Por suerte, hasta hace poco su padre la había dejado relativamente a su aire, estaba más preocupado en sus guerras y en sus conspiraciones, pero todo cambió el día que floreció. El día que se convirtió en mujer, él día que comprendió que ella era un arma que podría emplear en su afán de conseguir poder. El día que comprendió que su virginidad valía tanto como el oro de su cámara. A partir de aquel día, la libertad se le fue privada. Ya no tenía la libertad para andar sola por el pueblo, bueno sola no, con él; pero ya no se le permitía cazar, ni ayudar al maestre del castillo en sus labores.

            Ahora, todo estaba peor que nunca. Argilac había ofrecido su mano a Aegon y él había osado ofenderlo, rechazándola y ofreciéndole la de su hermanastro bastardo. Aquella noche fue la primera vez que la pegó. Él no estaba presente, pero la había visto salir del salón con la marca de su mano en la cara. La llevó a un rincón del pasillo y le preguntó que había pasado; ella se limitó a responder que su padre no había recibido la respuesta que había deseado y lo había pagado con ella. Recordaba lo furioso que se había puesto, y a punto estuvo de entrar y pegarle si no fuera porque ella se lo impidió.” No te preocupes, está bien “– dijo sonriendo “No me caso”. Había pasado un día desde aquello pero la situación no había mejorado. El temperamento del Rey Argilac no se templaba con facilidad. 

            Todo el castillo bullía de actividad, pues todos los vasallos de Argilac estaban acudiendo a su llamada. Entre ellos, su padre y sus dos hermanos. Habían pasado veinte años desde la última vez que habló con ellos. Se habían visto en ocasiones, era inevitable estando al servicio del mismo rey, sin embargo, para ellos, él era un fantasma. Esta vez no fue distinto, porque cuando lo vio en el patio, el gran Lord Wensington se limitó a volver la mirada e ignorarlo. Estaba muerto para su familia, no era nada…, y no les culpaba,….de no ser por él, aún seguirían siendo cuatro hermanos…


7 comentarios:

  1. Hola guapa soy mayte muy buen capítulo besos :-*

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  2. genial, personajes nuevos interesantes,eres un genio. :)

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  3. gracias xicas ;) me alegro de que os siga gustando la historia ;)

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  4. Vaya, pues eché un ojito a la historia para ubicarme, que triste la historia de Argella, bueno no me adelanto jeje, muy tierna y romántica su relación con William, vaya que fue algo que se dio con el tiempo, quiero ver como avanza esto que no investigué mucho jeje, gracias Kahlan, me encantó el capítulo. ^^

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  5. Pobre chavalilla,me ha gustado mucho el capítulo y el cambio para incluir Poniente en la historia. Crece por capítulos. Gracias por escribirlo.

    Cristina xDDDDDDDDDD

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